Perforar un pozo en el lecho de un cuerpo de agua, como un lago, suena ya a una tarea compleja, y lo es. Perforar un pozo en el mar, cerca de la costa, tomando en cuenta las mareas, el oleaje y los vientos presenta un aspecto aún de mayor complejidad. La intuición tampoco se equivoca aquí. Pero perforar un pozo mar adentro, en donde las aguas pueden superar los 1000, 2000, 3000 y aún 4000 metros de profundidad; en ambientes submarinos donde la temperatura no supera los 2° C de temperatura, las presiones son brutales y la oscuridad, total, ya parece ciencia ficción.

Pero no es ciencia ficción. La llamada “perforación offshore en aguas profundas y ultraprofundas” es una realidad desde hace décadas. Porque el hecho de que algo sea fantásticamente complejo y desafiante, no implica que no pueda convertirse en una actividad cotidiana y altamente segura. Basta con pensar en los viajes espaciales o, más cerca del suelo, en la industria aerocomercial. Hasta hace poco más de 100 años, la posibilidad de volar para el hombre parecía pura fantasía. Hoy, decenas de miles de vuelos atraviesan el globo durante las 24 horas transportando millones de pasajeros, con altísimos niveles de seguridad.

Lo mismo ocurre con la industria de los hidrocarburos. La perforación de cada pozo en aguas profundas y ultraprofundas quedó lejos, en el tiempo, como hito técnico científico. Hoy es rutinaria, y los niveles de seguridad y éxito, contundentes.

La idea de que “es más riesgoso” perforar un pozo en aguas profundas que hacerlo en aguas someras es fantasiosa y hasta podría sonar lógica, pero no tiene el menor asidero científico. Muchas veces, dependiendo del oleaje, los vientos y las mareas en la zona, un pozo en aguas someras puede ser mucho más desafiante que otro en aguas profundas.

En este último caso, elegido el sitio, se suele trabajar con grandes plataformas semisumergibles o barcos perforadores. Este último, será el caso del pozo “EQN.MC.A.x-1”, también llamado “pozo Argerich”, que se espera perforar en el área CAN-100, en la Cuenca Argentina Norte. El sitio elegido se encuentra mar adentro, a unos 315 kilómetros de la Ciudad de Mar del Plata.

Este primer pozo se hará en el talud continental, donde el lecho marino se encuentra a unos 1527 metros de profundidad, y la perforación espera superar los 4000 metros bajo el suelo. Allí, hace 90 millones de años (en plena época de los dinosaurios) había una playa. Y es de enorme importancia conocer la historia geológica del lugar, que pudo haber dado lugar luego a la generación de hidrocarburos.

Es importante saber, entonces, que este primer pozo tiene carácter únicamente exploratorio; es decir, se perfora, se comprueba, o no, la existencia de hidrocarburos y luego se “abandona”; o sea, se sella mediante distintas técnicas que incluyen tapones de cemento y aseguran su hermeticidad. De hallarse hidrocarburos, se ingresaría en la siguiente etapa, que es la de establecer los límites del yacimiento con pozos diseñados, además, para testear el fluido a producir. Es en una tercera etapa cuando se perforarían los pozos de producción.

Los estudios de impacto ambiental, que pueden consultarse en la página del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (https://www.argentina.gob.ar/ambiente/cambio-climatico/equinor-can-100-pozo-argerich)  son claros en cuanto a los bajos niveles de impacto tanto ambientales como sociales (es una zona en la que prácticamente no existe la actividad pesquera), y permiten explorar cada detalle de las operaciones.

Pero, para resumirlo, los pozos como el Argerich tienen una estructura “telescópica”; es decir que su diámetro se va angostando, en cuanto avanza la perforación, que se divide en secciones. Por ejemplo, la primera parte de la perforación tiene cerca de 1 m de diámetro, y la etapa final unos 20 cm. Todo el pozo va revestido con tuberías de acero y cemento, para mantener su hermeticidad, hasta la zona-objetivo, y en los primeros metros se utilizan lodos de perforación cuya base es la propia agua de mar (90%), a la que se suman aditivos naturales, inertes para el medio ambiente, como la bentonita y la goma guar. Recién superados los 2000 metros de perforación, y con un sistema de recuperación ascendente, se utilizarán lodos sintéticos. Estos lodos circularán, entonces, por un circuito cerrado sin contacto con el medio ambiente. Los recortes de roca, que se producen durante la perforación, serán tratados en el barco y, asegurados su inocuidad, devueltos al mar.

El pozo, además, se asegura con las válvulas BOP, cuya capacidad de control supera en mucho las máximas presiones que podrían encontrarse.

Se espera que todo el proceso requiera de unos 60 días de trabajo. Finalizado ese tiempo habrá un panorama mucho más claro del potencial de la Cuenca Argentina Norte y del Mar Argentino, como productor de hidrocarburos. En definitiva, estamos haciendo historia.