La exploración de los recursos offshore de las aguas profundas y ultraprofundas en el Mar Argentino es una decisión del Estado Nacional.

Si bien es un anhelo de larga data (hubo otros intentos en años recientes y hasta se perforó un pozo en aguas profundas de la Cuenca Malvinas Oeste, en 2011), recién comenzó a materializarse en 2018 con el lanzamiento de la llamada “Ronda 1”, en la que el Estado Nacional ofertó 38 bloques en dos cuencas, de los cuales se adjudicaron 18. Estos 18 bloques representan un área total de 200.000 km2 (equivalentes al tamaño de la provincia de Río Negro).

A decir verdad, hubo un antecedente fundamental, que fue el reconocimiento de las Naciones Unidas, en 2016, a la ampliación de la Plataforma Continental, pretendida por la Argentina, tras un trabajo de décadas. Así, quedó formalizada la incorporación a nuestra soberanía de 1.782.000 km2. Entonces, Argentina obtuvo derechos económicos exclusivos sobre los recursos que se encuentran en el subsuelo de dicha área. La Ley 27.757, sobre espacios marítimos, formalizó la expansión.

La Ronda 1, para la cual las empresas adjudicatarias hicieron un aporte cercano a los US$ 800 millones, corresponde a bloques ubicados en las cuencas Argentina Norte y Malvinas Oeste y Austral. Son, en total, 13 empresas participantes, entre las cuales hay compañías multinacionales, otras de capitales nacionales y otras de capitales mixtos. Como es habitual, en general los bloques se explorarán y, eventualmente, de haber hidrocarburos, se desarrollarán en diversas sociedades entre ellas.

Un descubrimiento, de hecho, constituiría una de las oportunidades de desarrollo para el país más importantes de los últimos años.